La
tecnología ya no es solamente un requisito de competitividad, está
dejando de ser fundamentalmente un medio de producción para pasar a
ser una mercancía, uno de los productos fundamentales del consumo de la
modernidad. Esto no es casual.
Uno
de los elementos determinantes en el impulso hacia la consolidación
de un sistema mundo capitalista es el impacto de las nuevas
tecnologías, en especial aquellas dedicadas al tratamiento de la
información. Sus impactos se extienden a todos los aspectos de la
vida; desde el cambio cultural, al de las organizaciones sociales (en
especial al mundo de la organización de la empresa), aunque tampoco
escapan a sus impactos el ámbito de la política y de las relaciones de
poder.
Todo
este conjunto de cambios han sido analizados desde dos perspectivas
diferentes. Una de ellas trata de escrutar los impactos de las nuevas
tecnologías de la información sobre el tejido social en general. Se
caracterizan por considerar que el impacto va a ser -es- algo con
implicaciones no sólo económicas, sino también sociales y políticas.
Destilan una cierta preocupación por las consecuencias negativas que
pueden acarrear y plantean la necesidad de controlar socialmente estas
nuevas tecnologías. Sus enfoques van desde un estudio descriptivo
sobre las consecuencias de la penetración de estas nuevas tecnologías a
análisis más explicativos sobre la naturaleza profunda de las
innovaciones.
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